Quién Soy Yo
Mírate en el espejo. Aunque no lo creas, esa persona que tienes enfrente fue creada por Dios. Como dice la Biblia: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó” (Génesis 1:27). Eso significa que fuiste creado y formado por Aquel que también hizo el universo. Eres obra de la mano maestra de Dios, hechura suya, creación única. Y no simplemente creado y desechado al olvidado, sino conocido por quien realmente eres:
“Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme. Has entendido desde lejos mis pensamientos”, dijo uno de los escritores de la Biblia en el Salmo 139:1-2.
Ni tu apariencia ni tus logros definen tu identidad. Tu verdadera identidad te fue dada por Aquel que te creó, así como tus huellas digitales están sobre todo lo que haces y creas.
Y sin embargo, cada uno de nosotros es culpable de ir en contra de nuestro Hacedor, decidiendo seguir nuestro propio camino en lugar de elegir lo mejor que Él ha preparado para nosotros. Hemos rechazado la identidad que Él nos dió. Esa rebelión, conocida como pecado, nos separa de Dios. Es como si nos miráramos en un espejo roto, y ver una imagen deformada por las feas cicatrices del pecado.
Pero Jesucristo quiere cambiar todo eso. Él no quiere que te limites por la manera en que el mundo te define. Él no te califica según tu raza, género, finanzas, trabajo o logros. Él quiere restaurar tu verdadera identidad. Él quiere que te mires en el espejo y veas a alguien que fue creado y es amado por Dios, tal como eres.
“Te he llamado por tu nombre; tú eres mío…Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra”, te dice Dios en Isaías 43:1,4.
El amor de Dios por ti es tan grande que Él provechó la manera de restaurar nuestra relación con Él. Es a través de Jesucristo, quién toma nuestro pecado y nuestra vergüenza para que, al mirarnos, Dios ya no ve nuestro pecado, sino que ve una nueva identidad: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Corintios 5:17).
Al entregarle tu vida a Jesucristo, eres libre de ser tú mismo, tal como Dios te creó. Con Jesucristo, pasas a ser hijo del Dios perfecto y amoroso.
Aprende a verte a ti mismo como Dios te ve: “soy creación admirable” (Salmo 139:14). Comienza tu relación con Él hoy mismo.
Aquí estamos para apoyarte y orar por ti, para que Dios guie tus pasos. Envíanos un WhatsApp o un email hoy.
Paso 1 – El propósito de Dios: la paz y la vida
Paso 2 - El problema: nuestra separación de Dios
Paso 3 - El puente de Dios: la Cruz
Paso 4 - Nuestra respuesta: recibir a Cristo
- Admite tu necesidad. (Soy un pecador).
- Decide en tu corazón apartarte de tus pecados. (Arrepiéntete).
- Cree que Jesucristo murió por ti en la cruz y resucitó de la muerte. (Sé salvo por la fe).
- Ora a Dios con tus propias palabras e invita a Jesucristo a controlar tu vida por medio del Espíritu Santo. (Recíbelo como Señor y Salvador).
“Querido Dios: Sé que soy un pecador y te pido perdón. Creo que Jesucristo es Tu Hijo. Creo que Él murió por mis pecados y que Tú lo resucitaste. Quiero confiar en Él como mi Salvador y seguirle como Señor desde este día en adelante. Guía mi vida y ayúdame a hacer tu voluntad.Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”.
¿Oraste para recibir a Jesucristo y comenzar una relación con Él?